Antiguamente se creía que las criaturas mágicas tan peligrosas mostradas en los viejos poemas nórdicos eran sólo cosa de viejos, cuentos para asustar a los niños muggles. Los magos sabían que las criaturas mágicas existentes no eran, ni por asomo, tan peligrosas como eran las que se mostraban en la mitología nórdica. Pero ahora, los jóvenes alumnos de la escuela de Durmstrang, en la zona más helada de Europa, se enfrentan a sus peores pesadillas: el mal ha nacido de lo más profundo de las entreñas de lo místico y lo inverosímil.
La maldad ha oscurecido el cielo y ahora no es Voldemort el que causa estragos, ahora es otra fuerza aún más oscura y ambiciosa: los Krahkovys, una secta de gente creyente de que los muggles deberían ser esclavos de los magos de sangre pura, y no deberían optar a aprender los secretos de la magia, pues la magia es tan pura que sólo los que en su sangre la llevan pueden aprenderla. Pero como en todo cuento, el mal tiene un enemigo: los Crimeras, los opuestos a los Krahkovys, un grupo que lo único que desea es el equilibrio y la paz entre ambos bandos, entre los sangre pura y los sangre mestiza. Sin contemplaciones. Pero como todos sabemos, el mal nunca juega limpio, y en esta ocasión cuentan con la fuerza mágica de una hechicera tan poderosa que la luna se oscurece y el sol se hiela a su paso.
Esta hechicera, oculta y en cautiverio, está siendo utilizada por los Krahkovys para despertar de las entrañas del mundo a las criaturas a las que un día, los Æsir y los Vanir se enfrentaron en el Ragnarök. Criaturas tan espantosas y temidas que hielan la sangre. Y el mal las empuja con sus hilos de sombras hacia el mundo mágico, para que ellas destruyan todo resquicio de sangre impura de la noble escuela de Durmstrang, donde sus alumnos deberán enfrentarse a su mayor decisión: unirse con los Krahkovys o estar contra ellos...