Tema: Cásting para Katerina. Sáb Nov 19, 2011 3:59 am | |
| Nombre del Cannon: KATERINA ALINA PETROVA alias KATHERINE ALINE PIERCE Edad del Cannon: 536 años reales. Diecisiete aparentes. ¿Por qué quieres a este personaje? Bueno, adoro simplemente la serie. Es perfecta, y aunque se me da mejor llevar a Elena, porque es algo más parecida a mí, creo poder entender a Katherine y su sed de venganza. Me gusta el personaje, lo mucho que se esfuerza en ser libre, en no depender de nadie. Es un personaje, dañado y muy parecido al de Damon, en cierta manera. Siempre es interesante desarrollar tramas alternas desde el principio de la serie, y tengo oportunidad. ¿Porqué no aprovecharla? Historia:
- Spoiler:
Una preciosa criatura humana cuya vida estaría llena de felicidad en Bulgaria. Hija única. Consentida, amada, adorada. Y de todo.
A medida que crecía, su madre, la consintió como a una bellaca. Tenía todos los vestidos que deseara y todos los servicios que se le podían ser prestados, mientras que su padre abusaba de eso para venderla cómo a un trozo de carne a los ingleses. Sin duda, no quería casarse. Ya siendo humana, tuvo varios embrollos con el servicio, entre los cuales, terminó embarazada del cochero. La verdad es que ella no le amaba, pero él a ella sí. Y Katernia que para aquel entonces también pensaba sólo en ella, vio su manera de huir del matrimonio. Cualquiera era aceptada. No obstante, no se vió capaz de abandonar a su familia y creyendo las mentiras de su padre se quedó. Él le arrebató a su hija.
Destrozada, Katerina trató de seguir con su vida. Sin comerlo ni beberlo, Elijah, un amable caballero la llevó a Inglaterra con consentimiento de sus padres para presentarla a Klaus. Éstos tratarían de sacrificarla para que el mayor de los hermanos desatara una maldición que apresaba su parte lupina. Volvía a ser una marioneta del destino, y ella decidió cambiar su suerte. Huyó. Escapó. Hizo y deshizo lazos hasta conseguir el preciado líquido rojo y suicidarse para volver como una inmortal. Escapar de las manos de Klaus, aún si Elijah creía poder salvarla o no con su poción mágica chupi.
Katherine dejó atrás los valores humanos, adiós al amor, se dijo. Sangre, placer, muerte. Eso era lo que la rodearía en su futuro. Huía de Klaus una y otra vez. Meticulosamente ninguna pista quedaba de ella por donde pasaba. Sola. Capaz de valerse por si misma fuera o no creíble para su familia. Familia a la que Klaus mató después de escaparse. No importa cuantas veces trate de olvidarlo, jamás dejará de ver la sangre en suelo y paredes cómo su falta.
1864, Mystic Falls.
La familia Salvatore tuvo la gloria o la desdicha de dejar entrar a Katherine por sus grandes puertas y junto a ella, una horda de sedientos vampiros que se harían con Mystic Falls. Ambos descendientes quedaron prendados de la belleza de la Petrova, que no dudó en agenciarselos para su disfrute único y exclusivo. El juego y la obsesión fue la perdición de los tres, a un largo o corto plazo. Jugaba con ellos, se divertía, pero volvió a cometer un error. Amarlos. A los dos. A cada uno por una razón distinta.
Mientras ella se perdía con su corazón, el pueblo trazaba planes para aniquilarla a ella y a su familia, a la que no vaciló en vender. Se salvó de ser llevada a la tumba. Huyó. Sin esperar siquiera que los dos jóvenes la buscarían desesperadamente, convirtiéndolos en vampiros y dejándolos al cargo de Emily. Les mintió, pero lo hizo para salvarse. Y no se arrepiente.
No, ¿verdad, que no?
CÁSTING:
Afueras de Mystic Falls; 00:00; Motel. 2011
El sonido incesante de su respiración es simplemente dañino. Acompañando a éste la sensación de ahogarse y el dolor que la entrada ajetreada del aire produce en su garganta se proponen detener a la búlgara. El zumbido de sus oídos. El dolor en el pecho. El latido acelerado. Está segura que de poder, sus venas estallarían en menos de un segundo por el nivel de la presión arterial que podrían alcanzar. Pero sigue corriendo. Porque aunque no quiere morir -ya que su intención es salvar el pellejo- de hacerlo prefiere haber podido contar con varios minutos de huida. No va a dejar que la sacrifiquen cómo a ganado. Llegar a algún lugar. Un destino. Cualquiera, el que sea. Pero llegar. Sus piernas se niegan a seguir corriendo. Dicen que no, mientras que ella, insistente cual niña consentida les repite que deben seguir haciéndolo.
Aparta diversas ramas de su camino, hasta arañarse con ellas por todas partes. El vestido le incomoda a la hora de correr. Se tropieza y se levanta. Sigue corriendo. Sus cabellos chocolate se esfuerzan por enterrarse en el interior de su boca, taparle la visión. Matarla ¿Eso es lo que quiere? Katerina sigue luchando con todas sus armas por hacer que su vida dure más que eso. Tropieza, se golpea con todo lo que encuentra. Cae pero vuelve a levantarse. Se raspa las manos hasta hacerlas sangrar y dejar un rastro de pequeñas manos ensangrentadas en los árboles en los que se apoya para no ceder y seguir corriendo en línea recta a través de éstos. Se muere por chillar y hacerse oír pero de sus rosados labios no salen otras palabras que no sean los silencios de su agitada y agotada respiración. Se muere por rendirse, que se acabe ya. Pero la esperanza. Tanto la esperanza cómo el instinto de la supervivencia la obligan a seguir corriendo. " Vamos, vamos" -se anima a ella misma, corriendo cómo si su vida fuera en ello. Y va en ello.
O iba. Katerina, o cómo ahora más se la conoce: Katherine, se sienta frente al fuego del salón. Las llamas hacen arder la madera que hace rato arrojó en la chimenea. El frío no existe en ese abigarrado salón de la habitación del motel, no cómo aquel gélido més de abril hará ahora unos quinientos años aproximadamente. Los ojos de la vampiresa se posan en el fuego, pero sin duda está pensando en mil cosas más. O quizá sólo en una. Las imágenes pasan por su cabeza cómo tantas veces han hecho. Repitiéndose cómo una vieja canción fúnebre. Un hermoso y masoquista réquiem que se repite en sus oídos. Al igual que en todos sus sentidos, incluyendo los del tacto. La piel se le eriza levemente con una pequeña ráfaga de viento.
Pero ella ya no puede tener frío nunca más. Por mucho que yaciera en un helado iglú, hundiéndose en una ola nórdica. Por lo menos, no frío físico.
Los hielos golpean las paredes de cristal giran gracias al juego de muñeca de ella, que juguetea con el vaso entre sus manos. La casa está en silencio. ¿Qué puede decirse? Necesita su momento de humanidad. ¿Humanidad? Sí. Encender el botón. Dejar que por unos minutos todo salga y se escurra. Mira el líquido que su vaso contiene, para después en un movimiento brusco dentro de la línea de los últimos movimientos que ha hecho en los últimos diez minutos, dar un trago. — ¿Qué haces aquí, Katherine? — se pregunta en alto, cómo si necesitara oír algo a la vez que baja el brazo dejándo la copa entre sus dedos. Trata de ser la voz de la razón. Porque sí, debería estar muy lejos. Allí donde Klaus no pueda encontrarla, ese es su hogar. Y su condena. Obligada a huir, una y tantas veces cómo es necesario para salvar el pellejo. Pero, ¿Y sí ...?
¿Y si tuviera la oportunidad de detenerle? Sí. Eso es lo que está haciendo. Lo está arriesgando todo a una moneda de cara o cruz. Arriesgándose a no despertar por culpa de una estaca en el corazón. Arriesgándose a volver al lugar de inicio de una historia que se repite. Arriesgándose a perderlo todo y a no ganar nada, nunca. Siempre había creído pertenecer a Mystic Falls. Más que al lugar, a ellos. A Stefan. Un lugar al que algún día poder volver y cumplir su promesa. Alguien a quien regresar. A Damon. Él también debía cumplir su promesa. Dijo para siempre. Demasiado tiempo. Pero ella iba a recordarle lo que era la verdad. Verdad que él había enterrado, verdad que se aferra en catalogar cómo mentira. Pero para él es mucho más sencillo. Tiene a esa humana. La vampiresa frunce el ceño al recordarla. Su misma apariencia. La misma inocencia humana. Por descontado, él la elegía a ella. Pero lo peor es que los dos lo hacen. No sólo Stefan. Damon se había convertido al poco de su llegada en un saco lleno de rencor. Malo. Mucho, y sin duda, le atrae. ¿A quién no? Al fin y al cabo, así es Katherine. Una lujuriosa vampira con poco tiempo por delante. Una capa de invisibilidad para lo demás.
Click.
Katherine apaga el botón, cómo tantos otros vampiros hacen. Un pequeño crujir de los zapatos en el porche la alerta de que alguien, está de vuelta en casa.
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| Katerina A. PetrovaVampiro
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Tema: Re: Cásting para Katerina. Sáb Nov 19, 2011 4:11 am | |
| Por los momentos debes esperar a que votemos, una ves listo los votos, se te dirá si puedes o no usar el cannon. |
| Erick Von HevesyHumano
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Tema: Re: Cásting para Katerina. Sáb Nov 19, 2011 9:57 pm | |
| Srta Petrova, ud ha ganado el derecho de usar al Cannon, felicidades por ésto y por su rol, es un placer el leerlo ya que destaca la personalidad de Katherine, esperamos que lleve al cannon como debe ser, se le agrega que usted obtuvo una puntuación perfecta, sin más que agregar,
Erick Von Hevesy |
| Erick Von HevesyHumano
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Tema: Re: Cásting para Katerina. | |
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