Nacido en Mystic Falls, 1847. A los 17 años ya había sido comprometido por su padre, matrimonio con aires de fracaso, Stefan no estaba a gusto con el mismo pero era el Salvatore dispuesto a cumplir los deseos de su padre, incapaz de negarse a lo que el le pidiese. Como bien se ha de notar ya, Stefan no estaba solo, tenía un hermano mayor (Damon Salvatore), bastante desiguales el uno del otro pero ambos podían ser llamados los mejores amigos.

Stefan dio la bienvenida a una hermosa mujer que lo cautivo de tal manera que múltiples paginas de su diario se vieron protagonizadas por ella, ¿Quién es ella? Katherine Pierce claro está. Curiosa realidad que Damon estaba siendo participe de la guerra en esos días y para el día siguiente de la llegada de la dicha mujer, el llego también. He ahí cuando ocurre la curiosa muerte de su prometida, y el ambiente entre los hermanos y Katherine empezaba a mostrarse cada vez mas competitivo, ambos disputándose el afecto de una mujer, enamorados de ella incluso luego de conocer su secreto mas preciado. Katherine era un vampiro y Stefan no fue exactamente quien lo tomo de la mejor manera, por esto fue que Katherine se vio obligada a usar la hipnosis sobre el, eliminando todo temor que el pudiese sentir sobre ella y su condición, razón que mas tarde perjudicaría las razones de Stefan e incluso los planes que Katherine tenia para ella misma.

Ingenuo Stefan, siempre buscando hacer lo correcto y pensando cualquiera le entendería. Conto a su padre la condición de su amada, logrando este le convenciese de que ella le había manipulado desde siempre, que todo lo que había vivido era una mentira y que tales criaturas merecían todo menos respeto. Difícil situación la de Stefan e incluso luego de tal encuentro el continuo visitando a la señorita Pierce. Fue él, el culpable de que ella se viese infectada por verbena y por lo tanto llevada con una serie de vampiros a lo que sería la masacre de estos mismos.

Stefan fue manipulado por su hermano, trataron de salvar a Katherine y justo entonces es cuando caen muertos ambos dos, asesinados por su padre, y teniendo (Por suerte) sangre de Katherine corriendo por sus venas, cosa que les abriría un nuevo futuro. Stefan no dudo en beber sangre humana para completar su transformación e incluso fue él quien hizo Damon la tomase, insistiendo de tal modo que el no pudo hacer más que aceptar. Asesino a su padre en sangre fría y luego fue cuando empezó a descontrolarse del todo, siendo manipulado por el demonio interior, huyendo de su humanidad y siendo detestado por su hermano desde principios de su nueva vida.
Ambos hermanos se separaron, incluso cuando Damon prometió una inmortalidad de infinita tortura para Stefan, y fue exactamente por esa razón que luego se encontraron. Stefan se había estado alimentando de la esposa de un cazador muy reconocido y como acto propio de Damon Salvatore, este por puras ganas de molestarle, logro la muerte de dicha esposa, desencadenando de tal modo la furia de un cazador poco apreciado quien fue el protagonista del seguimiento e intento de asesinato de ambos dos durante cada año que pasaba.

De vuelta a Mystic Falls, Stefan quería rehacer su vida, un nuevo comiendo donde más de un obstáculo se interpondrían en lo que el buscaba llamar felicidad.

Sus colmillos se adentraban en mi cuello, abriendo par de agujeros que serian los culpables de la succión que actualmente se realizaba. En un principio la presión en el mismo fue obvia, había algo parecido al dolor de por medio pero mi persona en cierto modo gustaba de lo sucedido, no quería tal sensación se detuviese. Paro, Katherine separo sus labios y la sorpresa en mi rostro apareció, aun mas al ver como ella parecía estar agonizando por dentro. No entendía que pasaba, no estaña negándome, siquiera entendía del todo las razones de mis acciones. Fue solo cuando escuche el susurro adolorido de mi amada que supe que sucedía.

Nunca había sido consumidor de verbena, al menos no lo fui siendo consciente de ello. El pánico recorrió mi cuerpo y el ver la expresión y los movimientos realizados por Katherine, los nervios se hicieron notar en su mayor expresión. Pedir auxilio fue lo único que pensé en hacer y de tal modo fue que me castigue a mi mismo al ver a mi padre alejarme de ella, me repetía continuamente que todo se trataba de una manipulación, que nada era real y que debía hacer lo que él me pidiese. Estaba confundido. Imposible saber qué hacer en un momento como tal. Por una parte estaba la culpabilidad ante mis ingenuos actos y por otro lado la influencia de mi padre sobre mis creencias, había sido yo quien le había contado acerca de Katherine siendo lo que era, pensando y deseando que el comprendiese que yo la amaba de tal modo y que ella nunca hubiese sido capaz de hacer daño alguno a la sociedad en la que vivíamos, pero claro, aquella mención fue la perfecta para implantar verbena en mis venas, siendo el consciente de las esperanzas repartidas por mis palabras. De un modo o de otro hice saber a Damon de lo sucedido, el desprendía tanto pánico como yo mismo e incluso mas ante la idea de perder a Katherine en una masacre como la que los Fundadores habían planeado hacer. La ciudad estaba controlada por el caos, recolectaban vampiros y los encerraban con intenciones de llevarlos hasta la Iglesia y así mismo quemarlos. Era una desesperación continua la que había alrededor, por lo que nosotros vivíamos, por lo que los demás querían. Nadie lo entendía, no tenían porque hacer lo que hacían, no todos los vampiros eran los depravados que ellos decían eran, o al menos no para mi, no para como yo veía ese mundo.

Supimos donde estaba ella, lo supimos y tuvimos que encontrarla, tratar de salvarla. Damon y yo la ambos, puede que no por igual, pero de tal manera en que ambos unimos nuestros deseos para dejar inconsciente a aquel absurdo vigilante que trataba de mantener vampiros encerrados. Claro que no era sencillo, debíamos ser cautelosos ante cualquier acción, ante cualquier mirada. No dudamos un segundo para abrir las puertas de aquella especie de reten andante (Carruaje), teniendo intenciones de sacarla desde el primer momento y estoy seguro de que lo hubiésemos logrado si tan solo dos disparos no hubiesen dado con nosotros. Dos disparos cambiaron el destino de la historia. Ambos Salvatores caímos en el suelo, siendo asesinados por nuestro propio padre.